17 de Octubre: El día que el pueblo conquistó derechos en Plaza de Mayo

El 17 de Octubre, una fecha grabada a fuego en la memoria colectiva argentina, simboliza la irrupción del pueblo en la escena política. Aquel día de 1945, trabajadores y trabajadoras, los olvidados de la historia, tomaron las calles y plazas exigiendo la liberación de Juan Domingo Perón y reclamando por sus derechos.

Un tesoro del pueblo argentino

Agarrar la utopía y convertirla en realidad: ese es el tesoro del pueblo argentino, un pueblo que a veces se extravía, pero que siempre retorna a sus raíces. En aquel octubre del 45, los marginados pusieron el cuerpo y el alma para dejar grabado en piedra que la felicidad de los nadies está intrínsecamente ligada a la grandeza de la Nación.

Bombardeo a la Plaza: un intento fallido de silenciar al pueblo

Casi una década después, en 1955, la oligarquía, incapaz de comprender que hay cosas que la muerte no puede extinguir, perpetró un bombardeo a la Plaza de Mayo. Diez toneladas de explosivos con el objetivo de sepultar el proyecto de una Argentina con industria nacional, soberanía política, independencia económica y justicia social.

Casi 300 muertos y cerca de dos mil heridos fueron el saldo de aquel ataque brutal, cuyo propósito era aniquilar la revolución popular que había comprendido que aquellos que habían esperado demasiado, ya no podían seguir esperando.

El surgimiento del peronismo

El 17 de Octubre marcó un antes y un después en la historia argentina. Fue el día en que el pueblo trabajador se hizo escuchar y demostró su poder. Ese día, Perón tomó conciencia de la magnitud de los acontecimientos y del lugar que ocupaba en el corazón de la gente.

El diario La Época, quizás con cierta exageración, hablaba de un millón de personas en la Plaza de Mayo. Tal vez eran 200.000 o 300.000. Pero la cantidad no era lo fundamental. Lo esencial era la ebullición y la comunión entre el líder y la multitud congregada en la Plaza de Mayo. Apenas la muchedumbre divisó su silueta, recibió al hombre que había sido rescatado de la prisión con una expresión equiparable a un bramido. Llevaban horas cantando su nombre, pidiendo su presencia.

Compartir artículo