El 20 de septiembre de 2017, el huracán María tocó tierra en Puerto Rico como un huracán de categoría 4, marcando un antes y un después en la historia de la isla. A siete años de la catástrofe, recordamos la devastación, la pérdida de vidas y las lecciones aprendidas.
Un desastre natural con consecuencias devastadoras
María no solo fue un huracán poderoso, sino que también expuso la fragilidad de la infraestructura de Puerto Rico. La tormenta dejó a toda la isla sin electricidad, provocando el apagón más largo en la historia de Estados Unidos.
El impacto fue mucho más allá de los daños materiales. Hospitales se vieron comprometidos, medicamentos se echaron a perder y, lamentablemente, miles de personas perdieron la vida no directamente por el viento o las inundaciones, sino por las consecuencias del apagón prolongado. Se estima que hubo 2.975 muertes en exceso como resultado directo e indirecto del huracán.
La formación y el impacto del huracán
El huracán María se originó como una onda tropical que se desplazó desde la costa oeste de África a principios de septiembre de 2017. Rápidamente se fortaleció, convirtiéndose en huracán al este de las Antillas Menores el 16 de septiembre. En menos de 24 horas, experimentó una intensificación explosiva, con vientos que aumentaron en más de 80 km/h y una presión central que cayó a 908 hPa, indicando un sistema compacto y extremadamente peligroso.
El 20 de septiembre, el ojo de María cruzó la costa sureste de Puerto Rico cerca de Yabucoa, con vientos sostenidos de 250 km/h. El terreno montañoso de la isla no debilitó la tormenta, sino que provocó lluvias torrenciales catastróficas.
Lecciones aprendidas y el camino hacia la recuperación
El huracán María reveló la necesidad urgente de fortalecer la infraestructura de Puerto Rico y mejorar la preparación para desastres. La reconstrucción ha sido un proceso lento y desafiante, pero también ha brindado la oportunidad de construir una isla más resiliente y sostenible.
A siete años de la tragedia, Puerto Rico sigue trabajando para recuperarse por completo, honrando la memoria de aquellos que perdieron la vida y construyendo un futuro más seguro para las generaciones venideras.